La irrupción de la tecnología digital ha producido un profundo impacto en toda nuestra sociedad, ha cambiado la forma en que nos comunicamos, ha alterado nuestra rutinas cotidianas, la forma de hacer lo que hacíamos, comprar, divertirnos, acompañarnos, aprender.
Estos desarrollos fueron impulsados por la convergencia de nuevas capacidades de comunicaciones, nuevas técnicas de desarrollo de software y la velocidad de procesamiento y capacidad de almacenamiento que los dispositivos digitales pusieron a disposición. Sobre ese espacio, surgieron empresas con modelos de negocios completamente disruptivos, pensados específicamente desde esas posibilidades, que lograron hacer tremendamente exitosas sus novedosas ideas. Google, Facebook, Amazon y tantas otras, crecieron en el terreno abierto de las posibilidades nuevas que la tecnología traía.
Frente a estos monstruos digitales, surge en el resto del mercado una pregunta inquietante: ¿podremos sobrevivir y prosperar haciendo lo que veníamos haciendo, como lo veníamos haciendo, aplicando aquí y allá algún cambio en digitalización, pero sin cambiar la forma del negocio? La respuesta está abierta, pero los ejemplos de los Blockbuster y los Kodak que quedaron en el camino.
Para los incumbentes, aquellos que están en un determinado negocio desde hace tiempo, y quieren mantenerse, hay algo que sí parece definitivo, como necesidad: necesitamos cuestionar ampliamente los negocios vigentes, pensarlos a la luz de las posibilidades digitales, y establecer prácticas nuevas que aprovechen las nuevas tecnologías. Los espacios de acción son innumerables: la atención al cliente (inteligencia artificial), la generación de demanda (marketing digital), la producción de bienes (Internet de las Cosas, IOT), el entendimiento del negocio con métricas que descubren oportunidades (Business Intelligence), mayor intimidad con el cliente y sus necesidades (Big Data), entre muchas otras tecnologías que abren posibilidades de nuevas prácticas.
Para los emprendedores, el escenario es todavía mejor! Pensar desde cero formas nuevas de hacer lo de siempre: distribuir pizzas, identificar malezas en una plantación, pagar sin tarjetas de crédito electrónicamente, jugar en red. Hay tantas nuevas ideas con potencial de transformarse en un gran negocio como emprendedores pensando en cada tema. Acá el riesgo es otro: caer en lo irrelevante, no producir valor genuino más allá de la novedad.
En ambos casos, para las empresas de siempre y para las nuevas, el espacio de los nuevos negocios está a disposición, y la mejor forma de adoptarlo es adoptar prácticas de producción de nuevas ideas, de desarrollo de nuevos procesos, de diseño de productos y procesos, que incorpore las prácticas que los líderes de la nueva economía ya han adoptado: una cultura permeable al cambio, horizontal en su organización jerárquica, con capacidad de probar, equivocarse y perfeccionar ideas centradas en el valor para el usuario final.